Nota importante: los términos técnicos usados aquí se explican en notas a la versión inglesa, publicada en la Página de Facebook de Tashigar del Norte
En la enseñanza dzogchén se distingue entre tres tipos de pensamientos, que son los siguientes: (1) supersutiles, entre los cuales el caso paradigmático es el que se designa por el término sánscrito trimaṇḍala y el término tibetano khorsum (’khor gsum), que traduzco como triple estructura direccional de pensamiento; (2) sutiles, que son los que esta enseñanza—tal como lo hicieron, en el contexto del Mahāyāna, los ācāryas Dignāga y Dharmakīrti—indica con el término sánscrito arthasāmānya y el tibetano dönchi (don spyi), que traduzco como conceptos universales de entes [resultantes de síntesis mentales] que son categorías de sentido, y (3) burdos, que son los que esta enseñanza—tal como lo hizo, en el contexto del Mahāyāna, ācārya Dignāga—designa con el término sánscrito śabdasāmānya y el tibetano drachi (sgra spyi), que traduzco como configuraciones de sonido [resultantes de síntesis mentales que reproducen] palabras [y que] son categorías auditivas.
(1) La triple estructura direccional de pensamiento es la noción de que hay un perceptor, una percepción y algo percibido; un agente, una acción y un acto; un pensador, un pensar y pensamientos que son pensados; etc.—y, como lo subraya mi traducción, es una estructura direccional y linear que, al ser reificada, se transforma en la estructura ubicua de nuestra experiencia que constituye el segundo tipo de avidyā in la clasificación preferida por Longchen Rabjampa.
(2) Los sutiles conceptos universales de entes [resultantes de síntesis mentales] que son categorías de sentido son responsables por la comprensión muda e instantánea de la esencia de las colecciones de datos sensorios (sánscr. lakṣaṇa; tib. tsenpé [mtshan dpe]) que llamamos “entes”, o de la reproducción de estas últimas por la imaginación en forma de imágenes mentales, y por lo tanto están en la raíz de todo conocimiento y percepción conceptual, incluyendo (a) lo que Descartes, Locke y otros filósofos y epistemólogos occidentales llamaron el “conocimiento intuitivo” (incluyendo el que, según la enseñanza dzogchén y la epistemología occidental del siglo XX, ocurre repetidamente en el pensamiento discursivo, permitiéndonos entender el sentido de la concatenación de reproducciones del sonido de las palabras por la imaginación) pero que, contrariamente a la visión de Descartes, en vez de ser fuente de verdad indudable, cuando se reifican sus contenidos nos hace tomarlos como siendo en sí mismos verdaderos, produciendo el error que es el tercer tipo de avidyā en la clasificación favorecida por Longchen Rabjampa, y (b) lo que Locke llamó “conocimiento sensible”, que H. H. Price y otros llaman “reconocimiento” y que es responsable por la percepción sensorial (los cuales, al ser tomados como correspondiendo exactamente a lo que interpretan, o al ser confundidos con ello, producen error en el sentido que se acaba de mencionar).
(3) Los pensamientos burdos que son configuraciones de sonido [resultantes de síntesis mentales que reproducen] palabras [y que] son categorías auditivas, son los que se emplean en el pensamiento discursivo, y son modelos obtenidos abstrayendo la configuración del sonido de las palabras (o sea, eliminando las características del tono, el timbre y la pronunciación característicos de algún individuo), que la imaginación emplea para formar diálogos internos que sirven para transmitir cadenas de sentido. (Sin embargo, como ya se señaló, en el pensamiento discursivo siempre están tomando parte pensamientos del segundo tipo, ya que éstos son necesarios para comprender el sentido de las cadenas de pensamiento.)
Lo que el término tibetano namtok (rnam rtog) y el sánscrito vikalpa indican es los pensamientos que son responsables por el error humano básico que el Buda Śākyamuni llamó avidyā; puesto que la reificación de (1) la supersutil triple estructura direccional de pensamiento es responsable por el error dualista que constituye el segundo tipo de avidyā en la clasificación preferida por Longchen Rabjampa—o sea, la dualidad sujeto-objeto—y la reificación de (2) los sutiles conceptos universales de entes [resultantes de síntesis mentales] que son categorías de sentido es responsable por el error que constituye el tercer tipo de avidyā en la clasificación preferida por Longchen Rabjampa—o sea, la ilusión de substancialidad y las pasiones que de ella se derivan—sería absurdo traducir los términos vikalpa y namtok como “pensamientos discursivos”, ya que estos últimos no son otra cosa que (3) pensamientos burdos que son configuraciones de sonido [resultantes de síntesis mentales que reproducen] palabras [y que] son categorías auditivas.
En efecto, los pensamientos discursivos, al ser reificados, justifican, potencian y sostienen las pasiones que son las manifestaciones más burdas del error, pero lo que es responsable por su aparición es la reificación de los dos primeros tipos de pensamiento reconocidos por la enseñanza dzogchén—los primeros, porque toda pasión es una actitud de un sujeto hacia un objeto, y los segundos, porque todas las pasiones resultan de tomar tanto al sujeto como a los objetos como exageradamente verdaderos e importantes, como siendo intrínsecamente buenos o malos, hermosos o feos, beneficiosos o perjudiciales… etc.
En la serie upadeśavarga del dzogchén, la práctica del tekchö (khregs chod) se centra principalmente en los burdos pensamientos discursivos—o sea, en las configuraciones de sonido [resultantes de síntesis mentales que reproducen] palabras [y que] son categorías auditivas—pero sin embargo cada vez que se reGnoce (o sea, se reconoce más allá de la dualidad sujeto-objeto y la conceptuación) la verdadera condición de estos pensamientos, también los pensamientos sutiles—o sea, los sutiles conceptos universales de entes [resultantes de síntesis mentales] que son categorías de sentido—se liberan instantáneamente en ese mismo instante—siendo ésta la razón por la cual se dice que en el instante mismo en que se reGnoce el dharmakāya que es la verdadera condición de la energía dang (gdangs)—o se, del constituyente esencial del pensamiento—el sujeto y el objeto se disuelven instantáneamente como plumas que entran al fuego. En efecto, es por esto que, como siempre lo subraya Chögyal Namkhai Norbu, en ese mismo momento tiene lugar una instantánea y total relajación de la tensión—pues esta última depende de la oposición del sujeto y el objeto, y del cargar emocionalmente los pensamientos sutiles. Es por esto que en esta práctica es sobre todo el obstáculo de las pasiones (sánscr. kleśāvaraṇa; tib. nyöndrib [nyon sgrib] o nyönmongpai dribpa [nyon mongs pa’i sgrib pa]) que se neutraliza progresivamente. Sin embargo, un buen practicante de tekchö siempre se percata de los pensamientos sutiles y supersutiles que surgen, en el momento mismo en que lo hacen, reGnociendo su verdadera condición, de modo que se autoliberen—llegando a percatarse de la ilusión de que alguien detrás de los ojos mira hacia un espacio externo en el momento en que surge, y reGnocer la verdadera condición de este pensamiento, de modo que se libere espontáneamente.
Luego el thöguel (thod rgal) es un método para hacer que los pensamientos sutiles y supersutiles se manifiesten en la experiencia y lograr que se liberen espontáneamente—de este modo neutralizando en un tiempo récord el obstáculo del conocimiento (sánscr. jñeyāvaraṇa; tib. shedrib [shes sgrib]) y obteniendo la budeidad.
Si sólo los pensamientos discursivos fuesen namtoks, no existiría el thöguel, y en la práctica del tekchö no habría relajación instantánea de la tensión y por lo tanto no sería práctica de tekchö. Y puesto que sería imposible liberar la dualidad sujeto-objeto, permaneceríamos para siempre en el dualismo.
Todo lo anterior muestra que este asunto no es un mero juego intelectual, sino el punto crucial del que depende la práctica misma del dzogchén.